El mundo lleva décadas preparándose para dar paso a la Internet de las cosas. De la relación Machine to Machine (M2M) nacerá un nuevo mundo. Desde luego los amores son siempre sometidos a pruebas y sin chaperones surge hoy un idilio que IOTA ve nacer en medio de la pandemia.
Somos humanos y nuestra habilidad de forjar herramientas nos ha dado la peculiar identidad que poseemos. Tenemos centurias reacomodando nuestro ambiente. Es innegable que en muchas más oportunidades de las debidas como especie se nos ha ido la mano. Sin embargo solemos corregir y reinterpretar.
Machine to Machine puede verse como una muestra de amor para nosotros mismos. Se trata de la adecuación del mundo para que éste sea más transparente. Es un trabajo de humanos que evitaría en proporciones exponenciales el error humano. Es la oportunidad de obtener un servicio y pagar solo la porción exacta de lo que se nos da.
Machine to Machine
La industria del internet de las cosas tiene a su Eva y Adán. El mundo con su advenimiento comenzará nuevos giros. Seguro que habrá la interpretación de “la tentación” y quizás en esta era sea “el varón” el responsabilizado.
En el idilio que IOTA ve nacer la tecnología Tangle tiene su esencia de cupido. Es una relación basada en micropagos. Una máquina retribuye a otra por medio de la conexión de ambas a internet.
IOTA es un protocolo para maquinas en el internet de las cosas y cree en el futuro Machine to Machine. Justo en estos instantes de pandemia la humanidad ha exhibido todo su histórico arsenal cibernético. En Italia y España no caducan los elevadores de cuerda para bajar y subir a las mascotas de los apartamentos a la calle. En Asia los funiculares de los tendederos llevan mensajes de un balcón a otro. El mundo es una constante transacción y para funcionar hasta la llegada de las máquinas se requería tracción de sangre.
El presidente de Fundación IOTA Latino, ingeniero Saúl Ameliach, es un entusiasta de esta tecnología. Su misión dar a conocer y difundir la tecnología IOTA TANGLE; por América Latina y el Caribe. La finalidad está en impulsar a IOTA en su conversión de estándar mundial para el Internet de las cosas.
Domótica a la vanguardia
Las ciudades inteligentes no son solo un sueño del futuro. Gracias a las soluciones tremendamente innovadoras del Internet de las Cosas, muchas ya están activas y se están expandiendo rápidamente.
El primer frente de solución y cambio lo representó en las smart cities la domótica. Allí colocó uno de sus más profundos cimientos la IoT. Casas con cafeteras que tienen lista la infusión antes de que los residentes despierten. Ventanas con sensores que de acuerdo a la estación y el clima se oscurecen o dejan permear más luz exterior. Iluminación, desbloqueo y cierre de puertas, acceso a imágenes del interior de la casa de manera remota.
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La domótica realiza transacciones con los usuarios. La relación es entre máquinas y humanos. Sin embargo las cosas se ponen más interesantes en las ciudades inteligentes con la interacción Maechine to Machine. Eso se logra a través de la e-government. La municipalidad cobrará de forma directa cada gota de agua que consumas y los gramos de basura que deseches. La electrificadora pedirá su pago por microkilovatios. Los impuestos serán calculados de manera envolvente. Y se estima que todo el ecosistema citadino estará interconectado.
Sobre ese escenario está el idilio que IOTA ve nacer y para el que creó la criptomoneda IOTA – MIOTA. Se trata de un criptoactivo descentralizado, con escalabilidad microscópica, inmunidad cuántica y libre de comisiones.
COVID-19 y el robot de reparto
Los artefactos diseñados para el internet de las cosas tiene un alma que los identifican: los sensores. Con ellos se logra tazar, calcular y mesurar cualquier actividad que lleven a cabo las máquinas para ofrecernos un servicio.
La pandemia en Washington, Estados Unidos, le ha dado sentido a una interesante relación Machine to Machine. Hablamos del robot ya ampliamente conocido que hace los repartos al capitalino supermercado Broad Branch Market.
Desde finales de marzo la tienda cuenta con seis nuevos empleados. Reportes periodísticos hablan de robots de reparto que entregan la compra en las casas de los vecinos de Chevy Chase. Es una comunidad que está a las afueras de Washington DC.
Las singulares máquinas con su labor robótica de reparto ayudan a cumplir las medidas de distanciamiento social que buscan mitigar el impacto del coronavirus. Condición indispensable: Los clientes deben residir a menos de una milla de distancia del establecimiento para poder recibir los pedidos “de la mano de los robots”.
Los aparatos se asemejan a una nevera portátil con seis ruedas. Reparten en una hora las órdenes que sus clientes hacen a través de una aplicación móvil. También aceptan pedidos vía correo electrónico.
La relación Machine to Machine de los “repartidores” podría darse de forma directa entre “el refri” y el “mozo de seis ruedas”. Ya hay refrigeradores con la capacidad de determinar que tienen en su interior, saber la fecha de caducidad de los productos y tienen conexión para pedir los víveres que haga falta. Ese es un ejemplo perfecto del idilio que IOTA ve nacer en estos tiempos de pandemia.